Prisioneros del sí |
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per Víctor Alexandre | |
divendres, 23 juny 2006 | |
![]() Sin embargo, sería injusto no reconocer la impagable contribución de Iniciativa per Catalunya y Convergència i Unió en este proceso. Ya se sabe que para que los grandes nombres brillen es preciso rodearles de un conjunto de secundarios notables, y este papel, en el caso del Estatut, lo han interpretado con magistral talento tanto el partido que se ha erigido en correveidile del PSC como los regionalistas de CiU. Por eso ofende el cinismo de Joan Boada, de ICV, cuando dice que “el 73% de los votos que ha obtenido el sí servirá para negociar con fuerza en Madrid”. ¿Y por qué no negociaron con fuerza antes, cuando tenían el 90% surgido del Parlamento de Cataluña? Para darnos cuenta de la magnitud del fraude de que ha sido víctima la sociedad catalana, basta observar como este Estatut no resuelve ninguno de los problemas que motivaron su redacción. No reconoce a Cataluña como nación y le prohíbe la representación de sí misma ante la Unión Europea, no la dota de una Agencia Tributaria propia y prolonga indefinidamente el expolio fiscal que padece, no faculta la soberanía de su Tribunal de Justicia y le niega sus derechos históricos, no equipara en derecho la lengua catalana a la española y cierra las puertas a las selecciones nacionales, tampoco admite la proyección internacional de Cataluña o la gestión de sus propios recursos e infraestructuras y le impide el ejercicio democrático del derecho a decidir por sí misma. Y esto es así, porque de lo que decidió Cataluña el 30 de septiembre de 2005 no ha quedado absolutamente nada. Para ilustrar el pozo sin fondo al que nos han arrojado los claudicantes catalanes, me permitirá el lector que ponga a mis propias hijas –y con ellas a toda su generación- como ejemplo, una con 28 años y la otra con 30. El nuevo Estatut las condena a reivindicar en el año 2036 el texto original que el Parlamento de Cataluña aprobó en el 2005. Es decir, que cuando tengan 60 años tendrán que batallar por los mismos derechos que ya ahora deberían ejercer. Y ahora aun quedan 60 competencias de 1979 por transferir. Lo más triste de este lamentable espectáculo han sido las mentiras institucionales y la manipulación mediática. Y no me refiero a la burla de Zapatero diciendo que “el Estatut aprobado por el Parlamento de Cataluña era peor”, sino a la desvergüenza de Pasqual Maragall afirmando que “Cataluña tiene el Estatut que deseábamos”. Ello demuestra hasta qué punto el texto que se aprobó en el 2005, así como la comedia de su paso por el Consell Consultiu de la Generalitat, eran una farsa que tenía como principal hacedor al propio Maragall. La victoria del sí, no hay duda, es indiscutible. Pero una cosa es la legitimidad legal y otra la legitimidad moral. Si este era “el Estatut que los catalanes deseábamos”, ¿cómo es que más de la mitad de los votantes se quedaron en casa? ¿Cómo es que las calles no se llenaron de júbilo y las bases de los partidos claudicantes no saltaron de alegría interrumpiendo los discursos de sus líderes al conocerse los resultados? Digo esto porque es justamente esa misma desolación la que ellos habrían utilizado como excusa para deslegitimar el triunfo del no en caso de haberse producido. En este sentido, en el de la abstención, es alentador comprobar el fracaso parcial de los claudicantes después de haber sometido a la sociedad catalana al lavado de cerebro más espectacular de toda su historia. Ni siquiera con la unión de todos los poderes fácticos del país, incluidos todos los medios de comunicación –cosa que demuestra que el sí era el voto conservador, el voto lampedusiano-, así como el recurso de la demagogia y del engaño más descarados, consiguieron convencer a la mayoría de los catalanes que lo que se votaba el 18 de junio tenía algún valor. ![]() ![]() Berria , 23/6/2006 (euskara) Nabarralde , 26/6/2006 (español) Racó Català , 27/6/2006 (catalán) radiocatalunya.ca , 28/6/2006 (catalán) Diari de Sant Cugat , 13/7/2006 (catalán) |